8/06/2006

La década de los 20

El paso de la década de 1910 a 1920 fue notable con la realización de las novelas La rosa del Atrio, de Manuel María Rodrigues (1847-1899), Los Hidalgos de la Casa Morisca, de Julio Dinis (1839-1871), Amor de Perdición, de Camilo Castelo Branco (1825-1890) y El Primo Basilio, de Eça de Queiroz (1845-1900). Los resultados de estas películas, firmadas por el francés Georges Pallu, dividieron a la crítica, que no siempre supo huir a la tentación de comparar las producciones portuguesas con las procedentes de cinematografías más desarrolladas.
La década de los 20 trajo otro género de películas, de carácter melodramático, donde la descripción de ambientes, básicamente rurales, es más relevante que el argumento. El Italiano Rino Lupo firmará dos obras que conocerán el éxito internacional: Mujeres de Beira, de 1921, y Los lobos, de 1923. El primero realizado para Invicta Filmes, que acabó por ser vencida y cesó en su actividad en 1924; el segundo para Iberia Filmes.
La escasez del mercado nacional, los condicionamientos en la distribución, donde las películas extranjeras ocupaban un lugar preferente, y los costes excesivos de algunas producciones, llevarán a que el llamado “ciclo de Oporto” llegue a su fin y a que el cine portugués entre en una fase de estancamiento.
En mayo de 1926 tiene lugar un golpe militar que acabará por constituir el inicio de un periodo de dictadura al que sólo pondrá fin otro golpe, en 1974. Durante este periodo en el que la censura domina el ámbito de la cultura y de la creación hay que destacar la figura de Reinaldo Ferreira (1897-1937), periodista muy relacionado con ambientes de cierta marginalidad que, en 1927 con sus películas Rito ou Rita?, Vigário Foot-Ball Club, Hipnotismo ao Domicílio y, sobre todo, O Táxi 9297 dio un soplo de originalidad al cine portugués.

Los trabajos de mayor interés de finales de los años 20 tienen la firma de Leitão de Barros, que tras un “interregno” cinematográfico, durante el cual se dedicó al teatro, reapareció con tres brillantes realizaciones, que podría decirse, cierran con llave de oro el periodo de cine mudo portugués.

Nazaré, playa de pescadores, de 1927, combina de modo admirable el espacio geográfico con los sentimientos y las emociones de la comunidad de pescadores. En esta película, Leitão de Barros juega brillantemente con las posibilidades estéticas del blanco y negro, relacionando la claridad a las casas, a la arena de la playa y al cielo, y el negro a las ropas de los pescadores y a las redes.
Dos años después en Lisboa, crónica anecdótica, Leitão recurre a nombres conocidos del teatro de revista portugués para retratar la vida cotidiana de la ciudad.
En 1930, para Maria do mar, Leitão de Barros optó esencialmente por trabajar con actores aficionados y habitantes de Nazaré, con el propósito de dar mayor realismo a las escenas de una película que combina la ficción con el documental.
Muy influenciado por el cine soviético, el director utiliza grandes planos y “dibuja” los personajes con un sentido estético y una sensualidad raros en el cine portugués e incluso en el internacional de aquella época. La vanguardia intelectual se va dejando seducir y cada vez es mayor su apoyo al arte del cine, sobresaliendo los artículos que publica la revista literaria Presença, en especial los firmados por el escritor José Regio (1901-1969).


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